Coincido con todos los que opinan que no podemos asegurar que una generación es mejor o peor que otra. Cada una tiene tanto sus características propias como sus particulares circunstancias. Sin embargo, existen elementos clave que son comunes e impactan sin distingo.
En la época actual, al menos para los estudiosos del derecho, son dos los influenciadores principales. El primero, las redes sociales (incorporadas en el universo de las tecnologías de la información, inteligencia artificial, big data…). El segundo, las reformas sustantivas y procesales que ocurrieron en México en menos de diez años (incluida la incorporación de los tratados internacionales en materia de derechos humanos a nuestro sistema jurídico).
Ambos aspectos llevaron a incluir (otra vez) en los planes de estudio la oratoria y la argumentación. Pero también obligaron a ofrecer materias como litigación oral, derecho a las telecomunicaciones, derecho medio ambiental, energético, en fin. También se espera que un egresado de la carrera de derecho sea respetuoso de la diversidad, de los derechos humanos. Las universidades (las serias) quieren formar abogados globales.
¿Y cuál es el papel del profesor frente a los alumnos? ¿Hay un nuevo rol? Sí, definitivamente. Ya no debe actuar como el payaso del rodeo para ganarse la recomendación de los estudiantes (no clientes) y mendigar un espacio en la repartición de materias. ¡Ya basta de simular que enseña, mientras que los alumnos simulan que aprenden!
En las universidades serias (no las patito, pues), los profesores aplicarán exámenes (privilegiarán los orales prácticos antes que los escritos). Además, el examen Ceneval será requisito obligatorio de egreso para todos los universitarios. Otra vez, como en tiempos remotos, el estudiante será el responsable de su aprendizaje (no el profesor). El rigor académico, no el entretenimiento, regresa a dirigir las actividades de enseñanza.
Las universidades serias ya no temen al mercado (disfrazado de matrícula). Las instituciones de educación superior (privadas) trabajarán por egresar al universitario que realmente necesita el país, no darle un título al que solo pagó mientras la escuela cumplía sus caprichos y voluntad. Por el bien de México, así deseo que ocurra.
* El autor es abogado, periodista, administrador, youtuber y blogger. Abogado certificado por la Barra Mexicana, Colegio de Abogados (BMA) y miembro de la Comisión de Derecho Penal de la BMA. También es profesor de posgrados en Alta Dirección, Derecho, Gobierno y Políticas Públicas en la UNAM, UP, La Salle, EBC, HC Escuela de Negocios y Alta Dirección Jurídica.