Increíble, en verdad, el hambre que muestran algunos servidores públicos que trabajan como representantes de la sociedad en la Cámara de Senadores. Su falta de civismo solo es equivalente a su cinismo y desvergüenza. Pelearse por ocupar –o no– un cargo es lamentable. Y más porque no ocultan ni medio centímetro sus intereses e intenciones. Por supuesto, ninguno relacionado con el Estado de Derecho y bienestar social de México (por más que griten que sí).
Mi tristeza –mezclada con frustración– es que el dinero de los mexicanos (mucho o poco) termina en los bolsillos de unos cuantos personajes que, por su cuenta y obra, no generarían riqueza ni valor (para ellos y/o sus grupos de interés). Me refiero a que sin las influencias y relaciones que el cargo trae aparejado no tienen la capacidad de generar ingresos legales (producto de su iniciativa privada), menos aún cuentan con la habilidad de crear empleos con alguna idea de negocio propio. ¡Y en manos de ese tipo de personas estamos!
Saber hacer (algo por su cuenta) tendría que ser uno de los requisitos clave para formar parte de un cargo de representación popular. ¡Que demuestren que no son unos inútiles (abusivos legisladores chapulines, les llaman)! ¡Que comprueben que saben transitar por el difícil camino de salir adelante sin el apapacho de la grilla o sin la ayuda del compadre bien colocado!
Pero el pecado se alimenta de pecadores. Y el número de beneficiarios inmorales crece descaradamente, aunque en proporción a la población nacional es ínfimo. Me explico mejor. El conflicto de intereses y la repartición del botín aumentan en la misma proporción y medida que nuestro sistema político pierde credibilidad y representatividad.
¿Qué hacer? Reformar las leyes para terminar con los abusos. ¿Quién puede hacerlo? La sociedad organizada. ¿Los detractores? La mayoría de los servidores públicos que vive (extra mega bien) gracias a que solo sabe saltar de un cargo a otro. ¿Algún aliado ahí? ¿Hey? ¿Hola? ¿Alguien?
* El autor es abogado, periodista, administrador, youtuber y blogger. Abogado certificado por la Barra Mexicana, Colegio de Abogados (BMA) y miembro de la Comisión de Derecho Penal de la BMA. También es profesor de posgrados en Alta Dirección, Derecho, Gobierno y Políticas Públicas en la UNAM, UP, La Salle, EBC, HC Escuela de Negocios y Alta Dirección Jurídica.