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Cómo salvar la libertad humana en la toma de decisiones: Boecio y el CEO del Universo

Actualizado: 26 ago


¿Y qué hay del deber de cuidado? Vaya, con honestidad, también sería otra manera de preguntar por el debido control que, de hacerlo correctamente, nos libraría de la persecución penal, según el artículo 421 del Código Nacional de Procedimientos Penales.
En un mundo corporativo, ejercer un control estratégico suena a un sistema de gobierno donde el dashboard central lo ve todo, pero los equipos siguen tomando decisiones reales (por su cuenta). El liderazgo fuerte y la autonomía no tienen por qué anularse: la clave está en el marco desde el que se conciben. Boecio nos recuerda que “el orden y la libertad no son enemigos naturales”; pueden coexistir si redefinimos la perspectiva del observador supremo.

Por Luis Hernández Martínez*

Polímata en cumplimiento estratégico, ética corporativa, liderazgo regulatorio e investigaciones periodísticas especializadas en empresas y negocios (también un ignorante razonable en otras disciplinas).


Imagina que trabajas en una corporación donde el Chief Executive Officer (CEO) no sólo supervisa todas las áreas, sino que ¡lo sabe todo, siempre, y de momento a momento! No hay pronóstico que se le escape, no hay tablero que no domine. Ahora, pregunta clave: si ese CEO ya conoce cada paso que vas a dar, ¿de verdad eres libre para decidir?


Ese es el dilema que Boecio, filósofo y funcionario romano del siglo VI, analiza con precisión en su texto “La consolación de la filosofía”: la “tensión entre la Omnisciencia/Providencia de Dios y la libertad moral del ser humano”.


En su planteamiento, si Dios conoce infaliblemente todo lo que ocurrirá y, además, gobierna el orden del mundo, parecería que nuestras elecciones están fijadas por un entramado necesario. Pero si nuestras acciones no son libres, se derrumba la responsabilidad moral, el mérito y hasta el sentido de premiar o castigar (Chadwick, 1981). ¡Hasta te brillaron los ojitos ante la posibilidad de gritar zafo frente a cualquier responsabilidad!


El problema, según Boecio, se bifurca en tres ejes clave:

1. Conocimiento previo divino: si Dios “ya sabe” lo que haré, ¿mi actuar se necesita?

2. Providencia y destino: si existe un plan perfecto, ¿queda algún margen real para mi autodeterminación?

3. Justicia y moralidad: sin libertad, conceptos como culpa o virtud pierden toda base.

 

El insight boeciano

Boecio no rehúye la tensión, la rehace. Su giro estratégico consiste en “cambiar la manera de ver el tiempo” y la relación entre conocimiento y causalidad. Cuatro aspectos a considerar:


1. Dios no “prevé” en el tiempo; vive en la eternidad. Para nosotros, el tiempo es una línea: pasado → presente → futuro. Para Dios, todo sucede en un “ahora eterno”. No predice lo que harás, lo ve directamente (Boecio,1999). Tu mañana y tu último año de vida son tan presentes para Él como tu última reunión de trabajo.


2. Conocer no es causar. Saber lo que ocurre no significa provocarlo. Dios conoce los actos contingentes como no contingentes, y los necesarios como los no necesarios. La libertad humana se preserva porque la infalibilidad de Dios no cambia la naturaleza del acto: lo libre sigue siendo libre (Chadwick, 1981).


 3. Providencia y destino, una sola inteligencia en dos niveles. La Providencia es el plan divino, eterno y simple; el destino, su ejecución en el tiempo, múltiple y encadenada. Dentro de ese destino están las voluntades humanas, actuando libremente pero dentro de un marco ordenado (Boecio, 1999).


4. La base de la responsabilidad moral. Si el acto humano sigue siendo libre “por su propia causa” –la voluntad–, entonces el mérito, la culpa y la justicia tienen sentido. La visión boeciana no reduce la libertad, la encuadra en un cosmos que la respeta (Chadwick, 1981).

 

¿Por qué importa hoy?

En un mundo corporativo, esto suena a un sistema de gobierno donde el dashboard central lo ve todo, pero los equipos siguen tomando decisiones reales (por su cuenta). El liderazgo fuerte y la autonomía no tienen por qué anularse: la clave está en el marco desde el que se conciben. Boecio nos recuerda que “el orden y la libertad no son enemigos naturales”; pueden coexistir si redefinimos la perspectiva del observador supremo.


Pero… ¿Y qué hay del deber de cuidado? Vaya, con honestidad, también sería otra manera de preguntar por el debido control que, de hacerlo correctamente, nos libraría de la persecución penal, según el artículo 421 del Código Nacional de Procedimientos Penales. En el marco de Boecio, habría que matizar varias cosas:


1. Dios como Padre vs. Dios como Gobernante providente. Si hablamos en términos de paternidad, como hijos de Dios tendríamos –por analogía– un derecho a que Él ejerza cuidado y protección. Este “cuidado” incluiría velar por nuestro bien integral (moral, físico, espiritual). Sin embargo, en la visión boeciana, la Providencia no es sobreprotección ni anulación de riesgos, sino un orden universal que integra nuestra libertad.

Boecio no presenta a Dios como un “tutor que evita que tropieces” sino como un arquitecto que diseña un universo donde incluso los tropiezos pueden integrarse a un bien mayor (una consolación, sin duda).


2. Libertad como límite del deber de cuidado. Aquí está el punto clave: si el deber de cuidado de Dios implicara evitar cualquier daño moral, físico o material derivado de nuestras acciones, su ejercicio podría entrar en conflicto con la libertad que Él mismo nos ha concedido. En el modelo boeciano, esa libertad es parte de nuestra dignidad y responsabilidad. Dios no “desactiva” las consecuencias naturales de nuestros actos, porque hacerlo nos reduciría a menores de edad perpetuos en lo moral.


3. El cuidado providente no es preventivo absoluto. A diferencia del “deber de cuidado” en el derecho humano –que muchas veces es preventivo–, el cuidado divino en Boecio es teleológico: no evita todo mal, pero sí garantiza que el orden total del cosmos tienda hacia el bien. Esto significa que puede permitir que experimentemos dolor o pérdida si esas experiencias forman parte de un camino hacia un bien mayor o una corrección moral.


4. Derecho, confianza y madurez moral. Si aceptamos que somos hijos de Dios, hay una expectativa legítima de cuidado, pero en el sentido boeciano se traduce más en confianza en la Providencia que en un derecho exigible a “ser preservados de todo daño”. La madurez moral –vista desde la antropología filosófica– consiste en actuar con prudencia y asumir las consecuencias, sabiendo que Dios no abandona, aunque no siempre intervenga para evitar la herida.


Claves para entender la diferencia entre el derecho humano y la perspectiva boeciana:

  • En el derecho humano, el deber de cuidado prioriza la prevención del daño inmediato y tiende a intervenir sobre la libertad de acción para garantizar la seguridad.

  • En Boecio, el cuidado divino prioriza el fin último y perfecto del ser humano, aunque el camino incluya pruebas o pérdidas. El modelo boeciano no elimina el riesgo porque lo considera parte esencial de la madurez moral y de la libertad que Dios nos concede.

 

En conclusión

En la lógica boeciana, Dios cumple un deber de cuidado, pero no en la forma de control o supresión de riesgos, sino como una “garantía última de sentido” y como marco que nos permite crecer como agentes morales libres. A decir de Boecio, el “derecho” que tenemos como hijos de Dios no es a vivir sin errores ni sin daño, sino a que nada de lo que ocurra quede fuera de un orden providente que tiende a nuestro bien más profundo.


Dicho de otra manera, tal y como está plasmado en el título del presente artículo: cómo salvar la libertad humana en la toma de decisiones: Boecio y el CEO del Universo. Para que nos quede aún más claro, y tengas la tranquilidad de buscarme para apoyarte en tu estrategia de negocio desde mi carácter de Socio del Área de Capacitación de Vission Firm y como Fundador de Alta Dirección Jurídica, aquí un recuadro:


Deber de cuidado humano vs. Cuidado providente divino

Aspecto

Deber de cuidado (Derecho civil / Ética profesional)

Cuidado providente (Boecio)

Definición básica.

Obligación legal o moral de actuar con diligencia razonable para prevenir daños a otros.

Orden eterno y perfecto de Dios que orienta todas las cosas hacia un fin bueno, sin anular la libertad de los agentes.

Finalidad.

Evitar daños previsibles y proteger los intereses y seguridad de la parte dependiente.

Asegurar que, aun con riesgos y daños, el plan total conduzca al bien supremo del ser humano.

Naturaleza de la protección en juego.

Preventiva: busca anticipar y eliminar peligros antes de que afecten.

Teleológica: permite incluso el mal o el sufrimiento si se integran en un propósito de bien mayor.

Control sobre las acciones del otro.

Alta intervención: se ajusta la conducta para minimizar riesgos.

Baja intervención: respeta la libertad del agente moral, aunque implique riesgo o error.

Responsabilidad por consecuencias.

Directa: si no se actúa con cuidado y se produce un daño, hay responsabilidad legal o moral.

No anula consecuencias naturales de los actos humanos; el daño puede tener valor formativo o correctivo dentro del orden providente.

Relación con la autonomía.

Puede restringir la autonomía en favor de la seguridad.

Preserva la autonomía como núcleo de la dignidad humana, incluso si eso permite el error.

Base de legitimidad.

Normas jurídicas o códigos éticos humanos.

Sabiduría eterna y bondad divina, fuera del tiempo y del error.


*El autor es fundador de Alta Dirección Jurídica y Socio del Área de Capacitación de Vission Firm México (miembro de GGI Global Alliance).


PARA CITAR EL PRESENTE ARTÍCULO: Hernández, L. (2025, 23 de agosto). Cómo salvar la libertad humana en la toma de decisiones: Boecio y el CEO del universo [Entrada de blog]. Alta Dirección Jurídica. https://www.altadireccionjuridica.com/post/cómo-salvar-la-libertad-humana-en-la-toma-de-decisiones-boecio-y-el-ceo-del-universo

 

REFERENCIAS:

  • Boecio. (1999). La consolación de la filosofía (C. García Gual, Trad.). Alianza Editorial.

  • Chadwick, H. (1981). Boethius: The Consolations of Music, Logic, Theology, and Philosophy. Oxford University Press.


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29 comentarios


Brian Morales
Brian Morales
hace 7 días

Morales Sánchez Brian Damodhara. (T)

Me pareció una reflexión muy interesante porque logra conectar la filosofía con temas actuales como el liderazgo y la toma de decisiones. Me gustó la manera en que el autor usa la figura de un “CEO del universo” para explicar la idea de Boecio sobre la libertad humana frente al conocimiento total o la providencia.

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Aaron Caleb Ruiz Ramirez (T)


Leyendo el artículo puede darme cuenta que los seres humanos tenemos una perspectiva de cómo Dios gobierna ante nosotros, el filósofo Boecio tiene otra perspectiva ya que nos habla mucho acerca de la libertad que tenemos como personas en el Mundo, pero nos hace reflexionar acerca de pensar si de verdad somos realmente libres ¿O estamos sujetos a lo que dicta dios?, Boecio nos habla más acerca de la perspectiva que tenemos desde la moralidad, razón, conciencia y de cómo nosotros también somos responsables de nuestras acciones. Ya que nuestras acciones tienen consecuencias y no podemos echarle la culpa de todo lo que hacemos mal, nuestros errores y nuestras malas decisiones a Dios Ya que…

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Andrea Valentina Mora Sánchez (T)

La perspectiva de Boecio me parece tan acertada en cuanto a la forma de ver la vida, ya que justo al final del día los errores, el dolor, la tristeza son cosas que no podemos evitar porque somos seres humanos, pero aun con todas estas cosas la meta es buscar siempre ser mejor, y las decisiones que tomamos para llegar a ese fin son solo nuestras y no por que exista un "destino ya escrito" significa que todas nuestras acciones ya están controladas o que no tengamos la libertad de decidir sobre nuestra propia vida.

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Campero González Yuliana (T) El enfoque de Boecio me pareció muy interesante por que no intenta resolver el dilema escapando del conflicto, sino cambiando la perspectiva desde la que lo vemos, y me hizo pensar bastante eso de que Dios no vive en el tiempo como nosotros y que su conocimiento no es causal de que el hecho de que lo sepa todo no significa que nos esté obligando a actuar de una forma específica. Por que la idea de que el “saber” no equivale a “forzar” me pareció clave para entender cómo puede existir la libertad incluso dentro de un orden divino.

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linnie
linnie
23 sept

Velasco Flores Jaqueline (T)

El artículo es muy interesante, yo recato que, si bien, se nos dice que Dios conoce cada paso que daremos, en que nos equivocaremos, no se meten en nuestro camino, lo divino no hace que nosotros perdamos nuestra libertad, el que un ser divino ya sepa nuestros próximos movimientos no nos hace menos libres, n tampoco hace que ya no podamos tener errores o tropiezos.

La libertad humana, hace que a pesar de cualquier circunstancia, nosotros seamos los responsables de nuestros actos, de nuestros errores y aciertos, de que seamos capaces de crecer como personas, Dios no es un jefe que impone algo, el hace que vivamos con libertad nuestra vida, que seamos personas con una…


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